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14 marzo 2010

Curiosidad histórica

No es sorprendente que los aceites utilizados para conservar la humedad de la piel e impedir su desecación surgieran en los climas desérticos, calurosos y secos del Próximo Oriente. Más de dos mil años antes de que se inventara el jabón, estos hidratantes servían también para limpiar el cuerpo y eliminar impurezas, tal como el colcrén elimina el maquillaje.

Los aceites suavizantes de la piel se aromatizaban con incienso, mirra, tomillo y mejorana, y también con esencias de frutas y frutos secos, especialmente las almendras en Egipto. Tablillas egipcias de arcilla que se han conservado desde el año 3000 a.C., revelan formulaciones especiales para determinados problemas de belleza. La mujer con manchas en el cutis se trataba la cara con una mascarilla de bilis de buey, huevos de avestruz batidos, aceite de oliva, harina, sal marina, resina vegetal y leche fresca.

La que padecía la sequedad y las arrugas propias de la edad avanzada dormía durante seis noches con una mascarilla a base de leche, incienso, cera, aceite de oliva, estiércol de gacela o de cocodrilo, y hojas de enebro molidas.

En el mundo antiguo, se creía que los genitales de los animales jóvenes ofrecían las mejores posibilidades para retrasar el envejecimiento y restablecer el vigor sexual.

Destacaba entre las preparaciones entonces más comunes en el Próximo Oriente una pasta corporal fabricada con partes iguales de falo de buey y vulva de ternera, debidamente secados y molidos.

Entre las numerosas fórmulas cosméticas de la Antigüedad, una de ellas, el colcrén, nos ha llegado a lo largo de los siglos con muy escasa variación.

El colcren lo recomendaba el filósofo y médico griego Claudio Galeno en el siglo II antes de nuestra Era, entre cuyos pacientes se encontraba toda la nobleza romana de su tiempo.
Galeno elaboraba el colcren a base de cera blanca derretida en aceite de oliva, echando sobre el producto resultante capullos de rosa triturados. Para sustituir las propiedades limpiadoras del producto, Galeno recomendaba el aceite de lana de oveja, es decir, la lanolina de nuestros días, llamada entonces despyum. Era el cosmético más simple y económico de la Antigüedad clásica, y como no contenía productos tóxicos se perpetuó en el tiempo llegando hasta nuestros días sin haber perdido el viejo prestigio de crema o aceite hidratante ideal.
En la Roma clásica, Popea, la esposa de Nerón, preparaba sus mascarillas de crema hidratante con migas de pan y leche de burra, con lo que al parecer su rostro quedaba terso, limpio y fresco.

3 comentarios:

  1. Gracias por tu visita,me alegra que te guste mi trabajo.Un besito

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  2. Pepi, muy interesante esta entrada, me gusta mucho tu blog, se aprende mucho visitándolo.

    Un beso.

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  3. Gracias Ramy, me alegro mucho que te guste.

    besitos

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